Más
allá de que el texto dramático se propone como una “aproximación teatral a El matadero de Esteban Echeverría” el
resultado es una propuesta original sobre cuestiones propias, tanto desde la
dramaturgia como en relación al trabajo corporal.
La
historia narra el encuentro de un grupo de amigos que se reúne a cenar en una
casa para conmemorar el centenario de la patria. Allí, unos personajes tenebrosamente
ambiguos develan y ponen en escena sus pensamientos más oscuros. Expresiones
que son el producto de esa pertenencia a una clase social que se cree exclusiva
y excluyente del otro. Un otro a quien se pretende dominar y doblegar hasta llegar
incluso al abuso extremo sobre su cuerpo.
La
puesta en escena muestra un espacio de sombras claramente delimitado por un
dentro y fuera escénico. Del lado externo, los actores caracterizados esperan
su entrada al mundo de la diégesis. Una vez cruzado el umbral -que hace de
puerta de entrada de la sala- los personajes afloran y comienzan su relato
ficcional. Una forma estética de recordar que se está frente a una
representaciaón.
En
la sala, una mesa es centro de las tensiones que se desarrollan entre los
invitados. Entre ellos se evoca el mundo del arte, de una cultura extranjera,
de lo foráneo, de lo patricio, del snobismo, de la dominación de una clase que
aspira a más de lo que es capaz de acceder. Una clase que se regodea en su
hipocresía, se relame en sus abusos y alterna entre la frivolidad y la
violencia.
El
trabajo corporal es una de las características más atrapantes de la propuesta.
Una leve pero marcada manipulación corporal hace ver, por momentos, a los
cuerpos como marionetas. Y este señalamiento del actor como títere (que podría
llegar a pensarse como casi un guiño a la idea de súper marioneta de Gordon
Craig) también señala lo ficticio de la representación. Además de poner énfasis
sobre determinadas relaciones sociales como representación, acentúa el aspecto
de ser manejado por otro como si uno no tuviera poder de decisión sobre las
propias acciones, sino que fuera movido bajo la orden de un amo que lo
sometiera a la relación de esclavitud obediente.
De
esta manera, no solo se marca el juego de lo representacional, sino que queda expuesta
también la relación entre libres o esclavos, donde se plantea la libertad como
el no doblegarse ante el poder, más allá de todo pensamiento dicotómico entre
naturaleza y cultura puesto aquí en escena en el personaje del sirviente.
Con
claridad lo expresa su gacetilla: “Una aproximación teatral a la confrontación
cultural, social y política que ha signado toda nuestra historia y que puede
sintetizarse en la fórmula acuñada por Sarmiento de la lucha entre la
civilización y la barbarie.
Qué:
Manipulaciones III El banquete
Quién:
Dramaturgia: Gastón Mazieres.- Actuación: Moyra Agrelo, Diana Cortajerena,
Sebastian Garcia, Federico Perez Gelardi, Luciano Rosini, Claire Salabelle.- Vestuario:
Luciano Rosini.- Iluminación y Escenografía: Diego Starosta.- Música original:
Adrián Vazquez.- Diseño gráfico: Mauro Oliver.-
Asistencia
general y Producción ejecutiva: Daniela Mena Salgado.- Prensa: Carolina Alfonso.-
Puesta en escena y Dirección general: Diego Starosta.-
Web:
http://www.elmuererioteatro.com.ar
Dónde:
EL CAMARÍN DE LAS MUSAS Mario Bravo 960.- Teléfono: 4862-0655
Web: http://www.elcamarindelasmusas.com
Cuándo
Jueves - 21:00 hs - Hasta el 11/10/2012
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