jueves, 24 de enero de 2013

LOS TALENTOS


En un pequeño espacio ambientado como la sala semivacía de un departamento de soltero, dos jóvenes desarrollan una especie de juego poético. Tanto en la ficción como en la realidad, estamos en Buenos Aires. Se comparten los universos en cuanto a espacio y tiempo, pues el relato es contemporáneo.

Los jóvenes se vanaglorian de su talento literario. Alardean de las cualidades que los hacen superiores respecto a otros jóvenes de su edad y se divierten en el secreto acto de menospreciar a todos aquellos que no son como ellos.

Tienen sus normas, obviamente, que rigen sobre ese universo cerrado y limitado a ese contexto donde se sienten indestructibles.

Pero ¿qué pasa con estos casi hombres cuyo desarrollo intelectual les lleva tantos kilómetros de ventaja a su crecimiento emocional? ¿Qué pasa con esa inmadurez afectiva que hace peligrar su entrada en el mundo de los vínculos adultos?

Ellos parecen tener un secreto que posee un rostro femenino. Algo que se supone enterrado en el pasado y la distancia y cuyo regreso repentino a la realidad cotidiana amenaza la supuesta integridad de ese mundo de ideas y poesías.

Así es como irrumpe en la historia la protagonista femenina. Ella derrumba todo ese edificio de intelecto y superioridad que respiran los jóvenes talentos. Los hace tambalear.

Pese a que habían logrado sostener, con alianzas implícitas y hábiles manejos,  su juego evasivo del mundo externo, llega el día de enfrentar la realidad. Es el momento de poner a prueba su talento. Y es tal vez aquí donde quedan desenmascarados. Como  bien puede desenmascararse el ser de toda una clase media acomodada de estéril accionar.

Pero más allá de cualquier connotación política o social, algo cambia en ese instante en que se ven enfrentados al mundo real, algo que no es fácil de entender ni para ellos mismos.

La obra también introduce al público en un universo de rimas y versos. Mundo poético que bien puede metaforizarse con las situaciones de la vida, donde quizás la habilidad para hallar la palabra –o el acto- justos que rimen, pueden hacer de la misma un bello momento poético. Así como los versos que los jóvenes manejan distan mucho de aquellos que podrían elaborar en el encuentro fortuito con esas mujeres accesibles en la discoteca a la que reniegan ir (donde la batalla es “cuerpo a cuerpo”).

Entonces la cuestión pasaría por preguntarse para qué sirve el talento (o la inteligencia) si no es factible aplicarlo en la vida. ¿Es necesario desarrollar el talento o basta con lo que se posee innato? ¿El talento debe tener utilidad? ¿Se puede ser creativo sin tener talento?

Aquí, en el universo ficcional, el talento es una inteligencia poco práctica para la consecución de aquellas cosas que parecerían hacer felices a los protagonistas. En ese caso, no hay fertilidad en el talento.

Pero en la dramaturgia sí se ve el desarrollo de un talento que expresan con habilidad los autores, quienes siembran un teatro que va echando fructíferas raíces en la Buenos Aires contemporánea.

Qué: Los talentos

Quién: Idea: Agustín Mendilaharzu.- Dramaturgia y Dirección: Walter Jakob, Agustín Mendilaharzu.- Actúan: Julián Larquier Tellarini, Carolina Martin Ferro, Pablo Sigal, Julian Tello.- Escenografía e Iluminación: Magali Acha.- Fotografía: Soledad Rodríguez.- Diseño gráfico: Paula Erre, Andrés Mendilaharzu.- Asistencia de dirección: Agustín Godoy.- Producción ejecutiva: Carolina Martin Ferro.- CONTACTO Y PRENSA: lostalentos2010@hotmail.com