Doscientos
años y unos meses, es principalmente una obra discursiva. Pero también,
principalmente, una obra musical.
Apátrida
es un concierto. Un recital poético de palabras y sonidos que se disfrutan en
su modular sonoro además de su sentido.
La
obra, monólogo de a dos (o tres) narra a la vez que representa en un juego
teatral donde el actor es él mismo a la vez que otro(s).
Spregelburd juega con las palabras, las desarma, las mezcla y las remixa para cocinarte un guiso que te hará sentir con el apetito saciado.
Spregelburd juega con las palabras, las desarma, las mezcla y las remixa para cocinarte un guiso que te hará sentir con el apetito saciado.
La
propuesta es de intertexto histórico, en su relato se cuenta una historia
dentro de la Historia
argentina, que pone en cuestión la existencia del arte argentino.
Es
autorreflexiva, plantea problemáticas del propio universo teatral a la vez que
se cuestiona como obra de arte argentino ya existente (¿es posible?).
Es ideotextual,
refiere al contexto a la vez que a sí misma. Se pregunta por el arte, por lo
argentino, por la libertad, por la patria, por cómo se construye todo eso y
cómo ha de defenderse a su vez.
La
propuesta teje con inteligencia los vericuetos entre la historia /la realidad,
entre la crítica /el arte. Temas jugosos que son condimentos en los platos del
actor, director, dramaturgo, traductor...en fin, en la cocina de uno de esos
seres que respiran teatro, poesía, literatura, discurso.
El
querido intérprete es un gran orador. Y nos convence.
El
ser sin patria habla por demás de la
Patria y el ser nacional. Discute sobre la Libertad con gran
libertad. Pone en duda valores, cuestiona honores, reflexiona y ríe.
Es
un gran actor, un gran simulador, un excelente orador. Como tal, es un perfecto
impostor. El engañador que permite ver el engaño, la artimaña, para descubrirla
y poder salirse de ella (si uno quiere, claro).
Es
un político poético.
En
cuanto a la acción en sí, está más en el relato del texto, en la expresión del
discurso, que escenificada.
Como
si se tratara de un narrador oral que proyectara la historia al futuro a la vez
que reflexiona en el presente sobre el hacer artístico.
Pero
el monólogo es de a dos (o tres), y allí está su sombra, su contracara o su
misma cara o su reflejo sonoro. El músico. El hacedor de sonidos, el fabricante
de vibraciones diversas que juega con el aire, los tonos y las extrañas
armonías.
El
músico es un performer genial. Es el actor silencioso que cuando abre la boca
para cantar te deja atónito.
Por
otro lado, pareciera haber una sub línea de acción, un camino paralelo que une
los actores por debajo de los personajes, o dentro de los personajes. Es la particular
relación entre ellos en la escena. Las miradas de soslayo, los guiños al
público a lo clown. Como si cada uno tuviera un papel imposible de discernir
del actor mismo.
La
combinación es estupenda. El tiempo pasa (son casi unos doscientos años) y el
espectador casi no se da cuenta. E incluso si llegara a sentirse agobiado, el
final lo descoloca y se olvida de todo, hasta de la patria.
Ja.
Qué:
Apátrida, doscientos años y unos meses
Quién:
Dramaturgia y Dirección: Rafael Spregelburd.- Actúan: Rafael Spregelburd,
Federico Zypce.- Músicos: Federico Zypce.- Voz en Off: Erik Altorfer, Félix
Estaire de la Rosa,
Pablo Osuna García, Ruth Palleja, Monica Raiola, Zaida Rico.- Escenografía e Iluminación:
Santiago Badillo.- Fotografía: Gabriel Guz, Ale Star.- Asesoramiento histórico:
Viviana Usubiaga.- Asistente de producción: Magdalena Martinez.- Asistencia de
dirección: Gabriel Guz
Dónde:
EL EXTRANJERO Valentín Gómez 3378 .- 4862-7400
Web: http://www.elextranjeroteatro.com
Cuándo:
Sábado - 20:00 hs -
Una obra magistral. Soy uruguayo y voy todas las veces que puedo a Buenísimos Aires a ver a Spregelburd. Jamás me defrauda. Lejos el mejor de todos. Bernardo Borkenztain
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