
La ficción está propuesta
como una investigación sobre sus propias vidas (“reales y posibles”) e inicia su
trayecto en la particularidad de la sala. Ese lugar concreto que se presta a
abrazar los mundos posibles de cada representación. En este caso específico, el
público entra atravesando el espacio escénico, lo que produce la sensación de
entrar en algo que ya ha empezado.
Los intérpretes se ponen en
funcionamiento reacomodando objetos, hay un movimiento constante entre todos
que van y vienen preparando el espacio, donde la actuación se presenta como un
juego permanente.
En escena, un músico observador
interno, toca melodías que generan la atmósfera necesaria para el principio de
algo. Suena el piano, se encienden las luces.
El dispositivo escénico suma
a dos manipuladores de luces, objetos y personas. Como si fueran dos técnicos
de iluminación que además aportan en el relato, movilizando la escenografía y
dando impulso a los actores. Dos asistentes que intervienen en el curso de los
acontecimientos accionando directamente sobre los cuerpos.
La ficción nos habla de un padre artista
frustrado que sufre en el vínculo que mantiene con su hija. Una relación de
paridad donde hay pocos límites, mucha confusión. Donde la mirada centrada en
sí mismo lo aleja del lugar de adulto que debería ocupar frente a la niña. Las
escenas entre ambos están muy logradas. Fluyen en sus ritmos y silencios.
Desde ese ambiente de
conflictos, de padres separados, amantes, estados de locura y polémicas en
relación al mundo del arte y el mercado, parte también una reflexión
metateatral.

El teatro se plantea a sí
mismo, se pregunta, se critica, delibera.
“La forma de nuestra
felicidad está en extinción”, sueltan en la escena. ¿Cuál sería la forma de su
felicidad? ¿La forma de la felicidad del artista, del ser humano? ¿Por qué estaría
en extinción? ¿Tiene que ver acaso con el acto de crear en sí mismo, despojado
de toda competencia y mercado, de toda necesidad material de una economía?
Cabría preguntarse entonces de qué manera el artista puede seguir siendo un
artífice del pensamiento crítico y producir incomodidad sin caer en las redes acomodaticias
del sistema.
Mientras tanto, la escena
nos interpela.
Qué: Prueba y error
Quién: Dramaturgia y
Dirección: Juan Pablo Gómez.- Actuación: Patricio Aramburu, Anabella Bacigalupo,
Nahuel Cano, Luna Etchegaray, Alejandro Hener.- Participación: Verónica
Pellaccini.- Vestuario: Paola Delgado.- Diseño de espacio: Cartonero Gondry.- Diseño
de luces: Matías Sendón.- Realización escenográfica: Leonardo Ruzzante.- Realización
De Herrería: Ernesto Sotera.- Música original: Santiago Torricelli.- Diseño
gráfico: María Laura Valentini.- Casting: María Laura Berch.- Asistencia
general: Manon Lila cotte, Gastón Exequiel Sánchez.- Asistencia En Coaching: Marcela
Padvalskis.- Asistencia de dirección: Anabella Bacigalupo, Jennifer Permuy.- Producción:
Cartonero Gondry, Paloma Lipovetzky.- Colaboración artística: Lucía Di Salvo.- Colaboración
coreográfica: Celia Argüello Rena.- Coaching actoral: Maria Laura Berch.-Duración:
90 minutos
Cuándo: Jueves - 21:00 hs -
Hasta el 23/06/2016
Entrada: $ 150,00 –