domingo, 7 de abril de 2013

EL LOCO Y LA CAMISA


La Compañía Banfield Teatro Ensamble entró con fuerza en esta ciudad apretada. Con la potencia de una buena dramaturgia y un grupo sólido, El loco y la camisa  llena la sala a más no poder, tanto que hasta empieza unos minutos más tarde la función debido a la necesidad de ubicar al público restante que desborda la capacidad del lugar.

Pese a que la sala de El camarín de las musas está estructurada de manera frontal, la compañía plantea un escenario central rodeado por espectadores en todos sus flancos.

El público envuelve la escena compuesta por un salón con sillones y un comedor con mesa y sillas, donde a un lado se intuye la cocina.

El resto se completa con el uso del fuera de escena. Puertas laterales de la sala y zonas circundantes sirven para crear un espacio ficcional que supera el visible.

Comienza entonces la historia de una familia de la zona sur del conurbano bonaerense.

El hombre que lee el diario mientras el público entra es el padre. Cuando llega la mujer a planchar se crea una atmósfera tranquila de tarde de domingo. Entre ellos entablan una conversación donde ninguno escucha al otro. Punto de partida de la obra que desde el vamos pone en escena una propuesta de incomunicación.

Entonces hace su ingreso triunfal el hijo, el loco, el ignorado. El único que parece organizar el discurso de los otros. Aunque sea de manera intempestiva, casi brutal o patológica. (¿Pero qué es lo patológico en una estructura de engaños, simulaciones y abusos?)

Este hijo interrumpe violentamente la situación.  Principio que lo muestra como un ser con trastorno grave. Y una lucidez extrema.

Argumenta que su tajante intromisión fue necesaria para crear la comunicación entre ellos. Él es el enlace. Un hijo que está presente en todo lo que sucede.

El cuadro que pinta un padre ausente que no registra a su propio hijo, que no lo ve, y una madre sumisa y cariñosa que soporta demasiado abuso, se completa con una hija pendiente del qué dirán que aspira a ascender en la pirámide social y su novio prometedor (de zona norte).

La situación narrada es simple. La hija invita al novio a conocer la casa de sus padres, presentarle su familia. Pero no desea que conozca a Beto, el hermano ‘raro’, difícil, problemático. Teme que le arruine la noche.

Pero, por más que se quiera esconder la verdad, ésta siempre termina saliendo a la superficie.

La propuesta deja planteados diversos problemas que pueden resultar cuestionadores.

Desde el interrogante sobre qué es aquello llamado locura, quién es el loco en la sociedad, qué es la cordura entonces, la salud. Una sociedad aún atravesada por la lucha de clases, manifiesta aquí en este encuentro norte/sur del conurbano que también da cuenta de una polaridad del mundo capitalista actualmente en crisis.

Por otro lado, se ponen en escena las apariencias, afeites y disimulos de un sector ‘culto’ y letrado que no duda en echar mano sobre la desgracia ajena, mostrando así toda su miserabilidad. Cuestión que no duda el loco Beto en desenmascarar.

Finalmente, el tema central cuyo soporte corpóreo es Beto (que asombra con su destreza). El loco. El lúcido. El que pone el cuerpo. El canal de escape de toda la barbarie familiar, la vía de salida de tanta mentira comprimida. El que descomprime y expresa con crudeza lo que flota en el ambiente, lo insoportable de la realidad.

Pero qué sería de esa realidad sin esos betos’.

Escape, fuga, salida. Alivio de lo intolerable del mundo. Posibilidad o esperanza de posibilidad. Adorniana promesa de felicidad: el arte.

El actor mismo como catalizador en el doble juego de la locura y la actuación. Porque qué es actuar sino ser otros y al mismo tiempo uno mismo, desdoblarse, fragmentarse y volverse a integrar. Presentarse y representar.

En el juego del teatro y en el teatro del mundo.

La propuesta construye y sostiene magníficamente el relato apoyada en una caracterización ajustada de cada uno de sus intérpretes donde el ‘loco’ puede catalizar un fragmento de cada espectador que hará su propia catarsis y reflexión.

 

Qué: El loco y la camisa

Quién: Autoría y Dirección: Nelson Valente.- Actuación: Soledad Bautista, Gabriel Beck, Ricardo Larrama, Julián Paz Figueira, José Pablo Suárez, Lide Uranga.- Escenografía: Luciano Stechina.- Fotografía: Mariana Fossati.- Asistencia de dirección: Mariana Fossati.-

Dónde: EL CAMARÍN DE LAS MUSAS.- Mario Bravo 960.- Teléfonos: 4862-0655.- Web: http://www.elcamarindelasmusas.com

Cuándo: Viernes y Sábado - 21:00 hs.- Domingo - 19:00 hs  

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