
Lo duro es algo concreto,
sólido, es una especie de quietud comprimida.
Algunas filosofías
orientales dicen, en relación al cuerpo, que lo que está duro está muerto, por
eso el bebé es blando y el anciano se va endureciendo.
Dura es la soledad, la
ausencia, la desesperanza, la vida, dicen otros.
Duro es ser pero no poder
estar. Es estar pero no poder Ser.
La puerta se abre para dar
paso a una poética de lo gutural. Un universo que roza el absurdo donde ya no
se espera a nadie. En ese mundo, un grupo de hombres casi animalizados, se relaciona
con gestos mínimos. Apenas parece existir vínculo entre ellos. Cada uno
ensimismado en su acción personal, dirige palabras incomprensibles para el
otro como si hablaran idiomas diferentes.
En un momento parece un
grupo de internos de psiquiátrico, un experimento paralelo sobre la locura. En
otro, son unos amigos vaciados por las drogas.
Todo sucede en un ambiente
hostil, un espacio hundido en la tierra, húmedo, destruido. Un mundo de
escombros, de restos, de lo que la sociedad desecha.
La dramaturgia se dirige a
zonas no habituales de la inteligencia del espectador que absorbe sonidos e
imágenes intentando darle forma a ese lodo. Incomoda el esfuerzo por construir
sentido.
La puesta es arriesgada en varios
puntos.
Con una limitación de
capacidad de ingreso por decisión, conjuga desde distintos ángulos una posición
estética y política. Es un cuestionamiento al consumo del arte como
entretenimiento, a vender entradas a lo loco para llenar una sala, a la lógica
del amontonamiento estilo “shopping”.

Por otro lado, debe tomar
una actitud activa, colaborar en la decisión de aquello que es iluminado, hacerse
cargo de lo que elige al recortar cuando mira y ser consciente de que jerarquiza
de acuerdo a sus intereses.
El tiempo del relato lleva a
una detención temporal, a una suspensión del pensamiento en la que la ausencia
de palabras construye otra lógica.
La sola descripción espacial
de un pozo donde un grupo reducido de personas permanece dando vueltas sin
poder salir ni comunicarse con el mundo exterior, trae la sensación de
opresión, incomodidad, asfixia, dolor, soledad, ausencia.
¿Será este el mundo donde la
mayoría vegeta? Dominado por laboratorios y corporaciones que dejan un hueco a
la diversión fugaz para seguir funcionando en la rueda.
Por eso, un final sin
aplausos, sin catarsis, tira la pelota al público, lo mueve de lugar, lo deja
con el hueso atragantado para ver hacia qué lado quiere mirar.
Qué: Duros
Quién: Actuación: Enrique
Biondini, Edgardo Castro, Mariano Gonzalez, Martín Tchira.- Diseño de espacio:
Norberto Laino.- Diseño de luces: Matías Sendón.- Realización de escenografía y
Asistencia general: Sofía Eliosoff, Sofía Etcheverry.- Entrenamiento corporal:
Natalí Faloni.- Asistencia técnica: Lucas Ciro Bustamante.- Asistencia de
dirección: Mariano Villamarin.- Producción: Elefante Club De Teatro.-
Dramaturgia y Dirección: Lisandro Rodriguez.-
Duración: 60 minutos
Dónde: ELEFANTE
CLUB DE TEATRO Guardia Vieja 4257
Reservas: 48612136
Cuándo: Viernes - 21:30
Entrada: $ 150,00 / $ 110,00