Los miedos de un escritor frente a una crisis.
Miedos que trascienden la ficción y pueden manifestar expresamente el
sentimiento de cualquier autor de una obra, sea literaria o teatral.
Libros, escritura…Hablar del acto de escritura
mediante la puesta en escena de la acción de escribir. Representar el temor a
ese momento de vacío, de hueco, de página en blanco.
En esa búsqueda caben muchos cuestionamientos,
muchas preguntas que llevan a reflexionar sobre el accionar de cada momento,
como un acto de responsabilidad que nos interroga sobre la clase de ser que uno
es.
“¿Qué tipo de persona sos, de las que esperan el
destino o de las que toman decisiones?”, es una de las preguntas posibles
enunciadas en la escena.
¿Por qué se escribe? ¿Cuál es el impulso,
inspiración, motivación, deseo? ¿Hay eso detrás? ¿Hay algo detrás del acto de
escribir? ¿O es como respirar?
En la soledad del momento creativo afloran las
dudas que en este caso son convertidas en una puesta escénica, en una obra que
interpela y se interpela, que pregunta al público a la vez que se pregunta a sí
misma.
En la puesta se construye el conflicto en un
trío. Tres personajes que tironean envueltos en una historia de amor y creación
(y el amor también puede ser metáfora de la creación), donde el acto de la
escritura se cruza con las relaciones sentimentales, y éstas se mezclan con las
crisis existenciales.
En medio del trío amoroso, deambula un personaje
que guía, que apunta, critica, cuestiona, mueve, representa. Que incluso hace los
sonidos del teléfono, es el comunicador invisible hecho carne en otro
intérprete, un intérprete silencioso. ¿Será
un alter ego del autor? ¿Es el autor mismo desdoblado, su conciencia? El texto
aclara: la diferencia es la consistencia. La consistencia entre el escritor de
la ficción y él, entre el autor y él.
La habitación atiborrada de libros se transforma
por el acto de la interpretación en distintos espacios ficcionales. Se puede
ver allí hasta el río del Delta en medio de todos los montones de libros
apilados. Palabras apretadas que son como parásitos, que acosan al escritor que
se siente en deuda consigo mismo sino consigue sacar palabras de sí, contar
historias que lo construyan, que lo sostengan en su calidad de escritor.
Los libros vuelan por el aire, se amontonan en
una torre de Babel que busca el equilibrio pero se desmorona, como las
relaciones amorosas que no puede sostener el personaje, como su propia
integridad de escritor.
Las metáforas corporales dan vida a lo que no se
dice. Es muy claro el contacto a nivel corporal en la escena en función de los
sentimientos que no expresan los personajes, aquello que hay soterrado, y que
es manifestado mediante la manipulación realizada por el cuarto intérprete.
La iluminación está integrada semánticamente.
Veladores con pinza que dirigen su luz desde el techo a la escena, como un
montón de luces de escritorio alumbrando el espacio donde debe surgir la
escritura, como si fuera un imperativo.
Y la escritura volcada en el ambiente escénico
en un confluir de literatura y teatro, de ficciones que se entrecruzan con
múltiples realidades: la del texto escrito, la del texto escénico, la del
escritor en la ficción, la del autor fuera de la diégesis.
Porque todos los miedos pueden atravesarse y
este temor se ha convertido en una obra de teatro.
Qué: Todos mis miedos
Quién: Dramaturgia: Esteban Bieda, Nahuel Cano.-
Actúan: María Abadi, Anabella Bacigalupo, Diego Echegoyen, Pablo Seijo.- Vestuario:
Paola Delgado.- Iluminación: Rocío Caliri.- Espacio escénico: Julieta Potenze.-
Fotografía: Sebastián Arpesella, Candela Dal Pont.- Diseño gráfico: Leandro
Ibarra.- Entrenamiento musical: Liza Casullo.- Asistencia artística: Juan
Fernández Gebauer, Juan Mako.- Dirección: Nahuel Cano.-
Web:
https://www.facebook.com/todosmismiedos
Dónde:
ABASTO SOCIAL CLUB Yatay 666 Teléfonos: 4861-7714 Web: http://face: abasto socialclub
Cuándo: Sábado - 23:00 hs y Domingo - 17:00 hs.-
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